Despierta cada mañana con el impulso del deber, intacto; con el entusiasmo de lograr nuevos resultados, de enfrentar el gran desafío :Educar.
Dignamente acepta los retos de una profesión que ha cambiado sustancialmente porque cambió la vida, porque muchas responsabilidades fueron abandonadas y alguien tiene que hacerse cargo: Él. El Maestro.
Los acontecimientos alteran la jornada de trabajo que nunca es rutinaria y se suscitan conflictos de toda índole, no previstos, que deben resolverse sin planificación previa.
Su labor trasciende lo cotidiano, inculca valores, afirma ideales, predica con el ejemplo, acompaña soledades.
Sabe. Es conciente: Esta formando seres humanos. Está siendo parte de cada historia personal y debe contribuir contagiando justicia, inculcando honradez, promoviendo dignidad.
Su meta es una de las más difíciles de alcanzar y una de las menos valoradas en una sociedad que endiosa la superficialidad, la inmediatez, el materialismo, que subestima la tenacidad, y desprecia la fuerza de la voluntad para ganarse legítimamente los títulos de una persona idónea.
Más allá de todo obstáculo o dificultad cree profundamente en ese ser humano: Su alumno.
Con fuerza indestructible , con la voluntad de un sueño, la convicción de un sacerdocio, reafirma en su conciencia la idea de una delicada misión y hasta es capaz de quedarse a la espera de un milagro... Ser Maestro es algo sublime.
Alegre, paciente, lleno de coraje volverá a insistir en lo que se ha propuesto.
Sabe que su tarea es, a veces, agotadora y que muchas otras veces lo deja al borde de un abismo, casi frustrado.
Se replanteará si está en la actitud correcta; pero dotado de férrea voluntad volverá a entregar el alma, sin rencores, respetuosamente, para cumplir su compromiso; el que contrajo desde que decidió : Ser Maestro .
Hace su trabajo con grandeza; sin esperar reconocimiento alguno.
Cada día, al borde de sus fuerzas físicas y psíquicas , deja la escuela con la sensación del deber cumplido, pero, pensando en la tarea del día siguiente.
Sabe que no sólo transita el Hoy, anticipa el Mañana .Y si duda, su vocación , ese pertinaz llamado, lo revalida en esta tarea, como el latido de su corazón, lo confirma en su propia vida. Entonces se dice a sí mismo: Amo ser Maestro.
A mis compañeros y especialmente a Lucy y a Víctor que siempre están presentes en nuestra memoria, vigentes , con la fuerza inalterable del cariño.
Vilma Merlo