Queridos Egresados: Con mucho orgullo y gran esperanza felicitamos a esta nueva promoción.
Tal vez en Ustedes se confundan sentimientos antagónicos: la alegría de cumplir con un objetivo y la sensación de pérdida, y hasta de duelo, porque estos cinco años, inolvidables, llegaron a su fin.
Hoy compartimos un logro que alcanzamos mediante el esfuerzo conjunto, en sostén de un mismo ideal: nada menos que formar personas .
Como protagonistas de la enseñanza pública fuimos garantes del principio de igualdad de oportunidades, defensores permanentes de la libertad, creativos incesantes, respetuosos del principio democrático que asegura la participación de todos en este ámbito, felizmente, heterogéneo.
La escuela, reservorio de valores, es una señal segura en una sociedad en crisis, que malgasta el tiempo en actitudes superficiales y que a veces nos induce, incluso, a la pérdida de sentido.
Es nuestro deseo que en concordancia con lo que hemos tratado de inculcarles, continúen estudiando, indagando en la búsqueda permanente de la verdad a través del conocimiento científico. Muchos de ustedes ya han iniciado este nuevo ciclo asistiendo a las Universidades.
Como futuros ciudadanos les transferimos la responsabilidad de un porvenir, les delegamos la realización de algún sueño que no pudimos alcanzar. Les sugerimos que intenten superar el bajo vuelo de las ideologías para elevarse por encima de los intereses personales y contribuir con generosidad al desarrollo de un País que nos necesita.
Alguno de ustedes elegirá la carrera docente y entonces vamos a develar un secreto: guarden siempre en su memoria este momento, todas las ilusiones, la energía, la confianza en los seres humanos; porque para ser Docente hay que arrebatarle al transcurso del tiempo parte de esta adolescencia para no olvidar como fuimos, para renovar simpre la paciencia, para saber esperar los resultados que anhelamos ofreciendo siempre el corazón.
Queremos felicitar a las familias porque estuvieron apuntalando este propósito sin claudicar y sabemos del esfuerzo cotidiano, de las dificultades y de los desencantos de una realidad que a veces nos asfixia. La constancia dio sus frutos y estamos muy felices.
En este momento se acallan las voces que los despiden y comienzan a escucharse otras: las que llaman para seguir otros derroteros, las que convocan a nuevos desafíos.
Amen todo aquello que hagan y nunca se sentirán abatidos.
Insistan en perfeccionarse hasta lograr lo que se proponen.
No se dejen vencer por los problemas.
Jerarquicen con el esfuerzo constante todo sitio que ocupen.
Algún día mirarán hacia atrás y nuestras figuras empequeñecidas, tal vez, todavía den respuesta en los momentos de desconcierto. Los ecos de nuestras voces seguirán instando: al empeño, a la constancia, a la fortaleza.
Como en la Historia universal hay ideas que son eternas para los seres humanos, recordemos un pensamiento de Aristóteles." Nadie es dueño de tu felicidad. Por eso no entregues tu alegría, tu paz, tu vida en las manos de nadie. La razón de tu vida eres Tú mismo."
Los vamos a extrañar. Los queremos mucho. Hasta siempre.
Vilma Adriana Merlo.
Jueves 27 de noviembre de 2008. - 18 hs.